miércoles, septiembre 27, 2006

Delirium Tremens 3

"Telarañas en la ropa, tigres en el balcón, alacranes en la boca, miedo en el corazón. Maldito seas, Satanás, quítate el antifaz, en ese espejo no cabemos los dos. " Fito paez.

El techo pasa rápidamente. Tubo de luz. Techo. Tubo de luz. Techo. Tubo de luz. Puerta. Escorpión. Techo. Alacranes.
Miles de alacranes. En el techo primero. Pero gradualmente bajan por las blancas paredes. Están demasiado cerca. Nadie hace caso a mis suplicas.
Esas altivas figuras de blanco se arremolinan alrededor de mi camilla. Todo pasa muy rápido a mis costados. Un recodo en el pasillo, un giro brusco y otra puerta.
Una fuerte luz.
-¿Por que me dejan es esta sala? Quitenlos!!!!!!!!!!!!-
Nadie me hace caso, unos cintos restringen el movimiento de mis brazos y piernas. Escucho lo que hablan los médicos, pero ellos no me escuchan. Ahora las horribles bestias ponzoñosas están sobre mi. Me pican con inclemencia. El dolor es insoportable.
- ¿que tenemos doctora?
- Condición de emergencia. Cuadro avanzado de Delirium Tremens.-
- Tratamiento intravenoso sintomático. Quiero 10 de diazepam. Tratamiento con litio. –
- Parece deshidratado-
- Pónganle suero. Y quiero tratamiento urgente con talidomida
- Pero doctora....
- Haga lo que digo.
- Es que está prohibid....
- No creo que el señor esté embarazado. Haga lo que digo.

Están hablando de mi, ya lo sé. Estoy tan exhausto. Las luces están demasiado fuertes. Todo es demasiado blanco. Escucho aún el eco del jamas.
Me encontrará. Seguramente. No se puede escapar de ella. El aleteo se escucha a lo lejos y todo lo demás hace silencio. La sala se oscurece y los médicos se van. Sigo atado, pero ya no tiemblo. Un fúnebre aire recorre el extraño pabellón. Y la brisa macabra trae consigo a la terrible pesadilla real de los mas oscuros territorios de mis terrores. La fausta y altiva ave se posa en un rincón y recita los cantos que tanto horror provocan a mi herida alma.
Los alacranes siguen con su terrible trabajo. Desaparecen por momentos, pero sólo se tornan invisibles. Puedo sentir como su veneno ardiente sigue penetrando a través de las miles de picaduras.
Serpientes ahora se agregan al festín. Y arácnidos de toda clase. Todos me inoculan su veneno.
Y la ponzoña peor, que es Su recuerdo, corre por mis venas, y el dolor se hace insostenible. Los huesos crujen bajo mi piel. El temblor de nuevo.
El ave aletea en su lugar y recita de nuevo las terribles palabras que estrujan mi pecho herido.
Los insectos y arácnidos que se posan sobre mi ser siguen picando con saña,. Y se les agregan ahora terribles anélidos. Fétidos gusanos que roen mi carne, y puedo sentir como el tejido maloliente y putrefacto se desprende de mi.
Espacio y tiempo me abandonan y me siento preparado para morar ya definitivamente en el arcano territorio de las ánimas perdidas.
El agudo y enloquecedor sonido es cada vez de mayor frecuencia, mientras que mi corazón disminuye la suya.
La oscura parca esta ya muy cerca. Esas figuras blancas entran corriendo y se abalanzan sobre mí. Se mueven alterados. Clavan en mi carne largas agujas, y me proveen de inútiles elixires.
El dolor intenso y la oscuridad. No puedo seguir con los ojos abiertos, viendo tan terrible espectáculo de demonios.
- código azul-
- fibrilación ventricular-
-despejen-
el dolor intenso, una fugaz blancura se apodero de mi vista por efímeros instantes.
-200 joules, despejen -
El cielo azul, y la descarga terrible que me devuelve a la blanca sala.
- ya basta, se fue -.
- 00:15 hs -
no!, puedo volver, no me dejen. La desesperación. Me abandonan la carne y el aire. Y el reloj y el lugar. Las negras figuras y el corso de demonios se me acercan y me despedazan. Arañan, muerden. Esqueléticas manos me sujetan con violencia de los tobillos. Me arrastran hacia el pozo. Las penumbras reinan. Una fúnebre luz blanca y mortecina en el rincón. Un cuervo bajo esa luz que recita los terribles versos de mi tormento.
El rigor de unas cadenas ardientes que me sujetan las muñecas y el eterno tormento.
Por siempre en ese lugar, frente a esa negra ave que recitara sin tregua los cánticos torturantes de lo que nunca fue, evocando en mi triste memoria los perfumes mas bellos, y los días mas claros.

domingo, septiembre 24, 2006

Delerium Tremens (2)

Qué no hubiese dado para lograr que todo deje de girar. Para callar esas terroríficas caras que me gritan desde tan cerca. Para calmar los terribles temblores que tan exhausto me dejan luego.
Las visiones del cataclismo, el dinero, el frío, la cicuta y el sargento rojo de ideal y de escarmiento. Camarada Vassili!!!!. Los disparos surcan el viento a mi alrededor. Miembros arrojados por el suelo, cuerpos humeantes cubiertos de llagas, hediondas ráfagas que traen humo de cuerpos calcinados.
Las vísceras lo cubrían todo. El rojo de las banderas y el de las vidas derramadas, junto al blanco del camino en el ojo reflejado, atormentan la mente y la desquician al extremo. Los tambores de la revolución hipnotizan con su monotonía, desde grandes parlantes montados cerca del frente.
La granada, el destello y el silencio. El metal ardiente se hunde en mi carne con la inclemencia desgarradora del final. Nada debajo de la rodilla. Nada, además de una viscosa papilla de carne y fragmentos de hueso, que solo siguen siendo míos por la gracia de un hilo de tendón.
Tanto dolor. Mucho, y tan real. Tan letal.
Ese dolor era mío, desde aquel momento en que la visión terrible de la verdadera naturaleza humana se filtró a mi mente. Todavía sentía aquel fantasmal dolor, a pesar de haber recobrado la lucidez en la seguridad del pequeño estudio. Necesité comprobar que la pierna todavía estaba en su lugar.
Las alucinaciones eran cada ves mas terribles.
Habían pasado por lo gracioso, por lo surrealista, por lo absurdo, y por lo aterrador.
Últimamente, las peores sucesiones de imágenes habían circulado por mi mente, tan horrendas, perversas, tan malignas.
- por qué me has abandonado, justo cuando había esperanzas.- Ave, Ave Dominus, Dominus Tecum.-
La abstinencia fue peor veneno que el licor. La sobriedad trajo consigo el tremendo delirio, las escaleras infinitas de la desesperación alucinatoria y del violento temblor constante. Y tan malo como eso, el áspero asfalto que cubre a la realidad, cuando se le observa a esta sin los velos de la obnubilación tapando las retinas.
El cuervo sigue ahí, desde aquel día en el que decidió instalarse en el rincón mas sombrío del estudio.
Enfrento también fugases transes de realidad, donde todo es terriblemente claro y predecible.
Todo empeora cuando supernaturales criaturas allanan mi espíritu y mi cuarto, y sugieren las peores crueldades., y cuando ella irrumpe en mi memoria. El pasado ataca sin piedad, clava en mí las agujas de los relojes espectrales que marcan el paso de los eones. Pretéritas felicidades se tornan fatalmente en los tormentos de hoy. Las risas de los viernes son las lágrimas del domingo.
Las aves, siempre terribles, picotean los flecos que quedan de mí y cantan a la ausencia con dolientes alaridos.
Los lobos del deseo gruñen con odio desde las penumbras.
Nada mejoró en realidad. Algunas cosas se hicieron mas terribles incluso. La realidad es muy difícil de entender ahora. Nada volvió a la normalidad. Tal vez pueda volver a ser un buen hombre en el hogar conmemorativo Fletcher para reyes y tiranos incurables.
Decidiré esta noche elegir mis propios clavos, y mi propia cruz.
Gracia plena-
Blandí el martillo en la noche con habilidad, y el fino acero se hundió profundamente en mis palmas, boca arriba y hacia el sol, uniéndolas con la húmeda madera putrefacta.
Diferenciar la alucinación de lo real es tan arduo... tan imposible a veces.
Vivo tardes enteras preguntándome si realmente pasó.
Cada vez todo está mas oscuro.
Probablemente esto no mejore. Probablemente el cuervo siga allí por siempre. Probablemente fue delirium tremens. Probablemente.
Fabio Zerpa tenía razón.
Y ella tuvo sus razones.
Razón es gran motivo, verdad es soledad, los cuervos enemigos, un castigo que me he ganado.

viernes, septiembre 22, 2006

Delirium Tremens (1)

Por qué el techo esta tan alto hoy?
Ya dejen de tocar la música de Twilight Zone!.
Que bien que se ven desfilar por los contornos de las penumbras tan memorables personajes.
Los temblores cada ves duelen peor. Impías inclemencias del destino que se retuercen por mis músculos.
Sus palabras suenan todavía terribles en mi alma:
- nunca más -. En realidad fueron “no” o “de ninguna manera”, pero nunca mas es apropiado igual.
El rostro del final se muestra todos los días frente a mi ser inmutable. Todos los días menos este, donde la forzada rebelión en contra de mis demonios me vuelve débil.
Se me obliga entonces a tomar consciencia del presente imperfecto.
No dura mucho la consciencia, luego irrumpe la alucinatoria visión de los mas extraños mundos que habitan mis miedos. Caigo entonces por eternas escaleras.
El cuervo parado en la esquina del cuarto grita “Nunca Mas” con todas sus fuerzas. El hombre antiguo, parado en el centro de la sala, reza los mas dulces y terribles cantos a la memoria de su amada Eleonora y las legiones de lo profundo reviven merced a las elucubraciones de macabros doctorados.
¿es ese Poe golpeando a Lovecraft con una barra de acero?
- Deténganse!!! , no ven que estoy delirando tranquilo?, van a ensuciar mis cortinas. Y mi barra de acero. Por qué justo ahora hacen semejante desquicio!!!!??- les grité mientras le arrebataba la barra de acero a Poe con gesto indignado.
- Perdón
- Disculpas joven. En cuanto a ti - mirando a Lovecraft de reojo, –Resolveremos esto mas tarde -.
El pobre no respondió nada, recogió su Necronomicón bastante maltrecho por el extraño episodio y salió mascullando epítetos en latín, y hasta me parece que le tiró una terrible maldición, mientras se frotaba su dolorida sesera.
Poe se quedó, y ante mi mirada de reproche se excuso afligido:
- Él empezó, además me debe como 40 pesos.- , dijo, mientras un horrible grano verde le crecía en la nariz, y unas orejas rosadas, largas y puntiagudas le crecían a los costados de la cabeza.
Me sorprende que los espectros y fantasmas sigan teniendo problemas financieros.
- No es mi intención ser indiscreto.... pero.... algo raro le sucede con sus orejas y su...- Mientras buscaba las palabras para decirle lo que ocurría, noté que su cabeza disminuía ostensiblemente de tamaño.
- ¿Que dice usted joven?- inquirió mientras buscaba un espejo.
El grito de horror era inevitable, y resonó patéticamente por la habitación.
- Mi nariz!!!!! Mis orejitas!!!! Mi cabeza!!!!. Maldito. Maldito sea varia veces y malditos sus ancestros y su descendencia!!!!. Le voy a arrancar los pulgares y lo voy a enterrar vivo!!!, maldita sanguijuela apestosa. Estúpida sanguijuela!!!!
- Sanguijuela: nombre común de un gusano carnívoro o hematófago, antaño muy usado por médicos y barberos para practicar sangrías, y que sigue utilizándose con este fin en algunas regiones del mundo. No suelen convertirse en escritores famosos- Dijo apáticamente un tipo de anteojos y vestido con guardapolvo desde un rincón.
- Calla, imbécil- Le dijo Poe bruscamente tomando la barra de acero y surtiéndole un menudo roscazo en la cabeza. .
Mientras Poe gritaba improperios, con la voz cada ves mas aguda a causa de la continua reducción de su caja encefálica, noté que Lovecraft miraba por la puerta entreabierta mientras se esforzaba para no caer redondo al suelo víctima de terribles carcajadas. Poe lo notó y al grito de “Hematófago apestoso” salió a perseguirlo con la barra de acero.
Lovecraft borró la sonrisa de su cara y, blanco como un fantasma a causa de la vecindad próxima de otra terrible golpiza (o tal vez a causa de que era un fantasma...), salió corriendo, mas como rata que como sanguijuela.
Así, entre brutales palizas, maldiciones jíbaras y contraechizos poco efectivos pasaron un buen rato haciendo un terrible desquicio.
Pensé pues que no quedaba mas remedio que dejarlos con sus temas.
- nunca más, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más, nunca más,....-
- pajarraco tarado!!!!- se me escapó del alma, y de la mano se me escapó un cenicero que dio entre los ojos a aquella tenebrosa ave, que se tambaleó un buen rato.
Luego de esto, entró Poe con pelos cubriéndole todo el cuerpo, y tras él Lovecraft, tan maltrecho, que parecía que lo habían aporreado durante dos días seguidos.
- No parece, el infeliz me dio tantos golpes que casi me mata de nuevo...- Dijo Lovecraft, con esa extraña capacidad de las animas de leer los pensamientos de los vivos.
Al escuchar esto Poe le hizo un ademan brusco con la barra de acero, y Lovecraft se escondió tras su Necronomicón.

- Ya es suficiente- grité – arreglaron el tema del dinero?-
- Ssss....- susurró Poe con ademán resignado – acordamos que me daría 20 pesos en efectivo, y lo demás me lo pagará con el arreglo de unas odiosas goteras que hay en mi cripta.... Son tan molestas... no lo dejan a uno descansar ni aunque esté muerto-
- Que bien. Y como harás con la maldición de las orejotas?-
- Estoy preparando la contraposión para revertirlo...- Adelanto Lovecraft.
- Y mas vale que funcione, o vas a pensar que el acero era blando...- Amenazó Poe
Lovecraft miro con gesto de preocupación. – Me tengo que ir a descansar... mañana me toca arreglar esas goteras.- y salió con paso rápido.
- Bueno joven, hasta la próxima... Me voy a descansar yo también- Anunció Poe mientras le salían pecas rosadas por toda la cara y le crecían unos colgajos extraños en el mentón. Dio media vuelta y se alejó con paso de murga, así como esquivando baldosas.
Todo quedó en silencio por fin y pude seguir delirando en tranquilidad.

jueves, septiembre 21, 2006

Fletcher Memorial Home (I)



Cunden multiformes el infortunio y el horror en los hechos que me condujeron hasta este momento de mis días.
La desgracia pareciera haberse apoderado de mi destino y de mis pensamientos, merced seguramente a alguna maldición impartida por faustos ángeles o arcángeles presos de la envidia y el celo.
Si la brisa nocturna soplara ahora como en aquella noche supo soplar, seguramente la desgracia nuevamente golpearía a las almas con ventiscas de maldad celestial.
Entre las negras sombras que se proyectan en este pequeño y helado cuarto a las grises horas donde queda en penumbras el continente todo, se divisan los contornos de vigías espectrales, querubines del desamor o serafines del desencuentro, ángeles o arcángeles que invaden mis penumbras con las suyas, para evitar que dicha tan grande como la que supe tener en los días de mi pasado, se repita jamás.
Penetrando en mis ensueños, estos malvados funcionarios del ministerio celeste, me advierten contra siquiera intentar recuperar la dicha pasada, so pena de terribles castigos, peores aun que los que me habían impartido en la anterior ocasión.
Motivo suficiente esta amenaza constituía, como para obedecer los designios impartidos.
El espanto y el rencor se apoderan de mi memoria cuando ésta evoca los momentos pasados de dicha, y el posterior calvario del que fueran víctima mis manos, para luego víctima de estas ser mi amada.
Los recuerdos se debaten entre las doradas épocas del candor de su voz junto a mis oídos, y a los infernales momentos que me trajeron donde hoy me encuentro.
Siento todavía las pesadas cadenas que apresaron mi mente en aquella oportunidad, mas severas aun que los blancos lienzos que hoy restringen mi movimiento.
Puedo recordar como nublaron mi mente aquellos malignos ángeles, y como poseyeron mi espíritu, guiando mis manos hacia atroces acciones cuya ultima víctima fuera quien llenaba de encanto y calidez mi pálida existencia.
Recuerdo aquella habitación, donde noche tras noche el lecho compartía con el mas maravilloso de los seres que este universo jamas haya visto.
En aquella habitación fue también donde tuvo lugar el comienzo de la aberrante y brutal venganza de los ángeles.
Recuerdo el terciopelo, la seda, los cálidos acolchados, mi bata suave, y el olor de sus cabellos.
Recuerdo el temblor, el sudor, la ceguera de mi mente, el odio, recuerdo como se introducían uno por uno los faustos ángeles devenidos en demonios, víctimas del envidio de mi dicha, junto a un ser mas angelical que ellos mismos.
Recuerdo sus palabras, incidiendo en mi alma, palabras que infunden odio y terror.
Salí entonces corriendo del lecho, comprendiendo lo que sucedía.
Corrí hasta salir a la calle, y allí corrí también, por largos minutos, hasta que mi vista se cruzo con aquel desdichado personaje que sería la primera de mis víctimas.
Los susurros de los Angeles y Arcángeles me guiaban hacia el brutal crimen.
Me acerqué al desconocido lentamente, con pasos felinos, acechando con cautela. Sabia perfectamente lo que debía hacer una vez encima de mi víctima.
Yo siempre me mantuve como un ser pacífico, y jamas entablé siquiera una pelea. No obstante, un sanguinario conocimiento acerca de la muerte y de la fragilidad de la vida se insertó en mi cerebro, para jamás salir de allí.
Estaba a pocos pasos de la víctima. Sentía una irrefrenable necesidad de callar las voces angelicales que me manejaban cual titiritero que hala de los hilos.
Sabía que callarían si les entregaba esa vida.
Tomé a aquel desdichado por el cuello y lo golpeé salvajemente con una fuerza que yo no poseía.
El desfigurado rostro no era reconocible al cabo de escasos minutos de la brutal golpiza, pero el tipo todavía respiraba.
Tomé entonces una pesada roca que se hallaba convenientemente cerca de mi, y la arrojé hacia la cabeza de mi primer asesinado.
El cráneo se destrozó con un terrible sonido que aun hoy escucho.
Luego de este terrible hecho, una paz increíble me invadió el alma, pudiendo entonces regresar a mi casa, bañarme y dormir tranquilamente junto a mi amada, que había permanecido ajena a todo lo sucedido.
Recuerdo haber creído que se habían ido para siempre estos demonios. Sin embargo, a la noche siguiente otra vez se presentaron, para exigirme la vida de alguien mas. Cumplí pues con los designios, cada vez mas perversos, de estas autoridades del cielo noche tras noche.
Cada vez un nivel de espanto mayor estaba presente en los crímenes.
Luego de un tiempo, ya no se conformaban con simplemente la muerte de las víctimas, sino que me exigían mutilarlas de maneras cada vez mas grotescas, y el nivel de peligro al que me debía exponer para cumplir con sus órdenes, era cada vez mayor, llegando hasta limites casi estúpidos.
Los objetivos cada vez eran mas difíciles de alcanzar.
En los periódicos mis hazañas figuraban día a día como los crímenes mas sangrientos de Inglaterra en los últimos dos siglos.
Los Angeles cada ves me exigían pruebas mas difíciles y mas sangrientas.
Así pasaban los días y las autoridades no tenían ni idea de que este ilustre ciudadano tenia las manos manchadas con la sangre de las víctimas que les estaban quitando el sueño a todos los investigadores y detectives de Londres.
Había periodos en los que estos demonios angelicales no se presentaban durante días, y de repente, una noche se presentaban y me exigían la sangre de cinco víctimas en una sola velada.
Al cabo de cierto tiempo, mi salud se había deteriorado ostensiblemente, merced a las noches seguidas sin dormir que pasaba acechando a los pobres incautos.
Estaba yo todo el día terriblemente cansado, y dejé de atender los asuntos familiares y matrimoniales por completo.
Esto daba lugar a frecuentes discusiones, donde ella con toda justicia me reprochaba el notorio desinterés que yo le demostraba.
Una noche, la noche fatal, luego de una de estas discusiones me metí en la tina para poder relajarme.
El vapor dibujaba errantes contornos en el aire pesado y húmedo del baño.
Las gotas de condensación caían indiferentes por los azulejos, trazando a veces caminos sinuosos y complejos, y otras, líneas rectas de precisión y firmeza casi quirúrgicas.
El sonido de las gotas que caían desde la punta de la canilla hacia la bañadera llena, producían un extraño sonido, agudo y fino, con la capacidad de quebrar cualquier tranquilidad.
Caían a intervalos desesperantemente regulares, como si fuesen un metrónomo maldito.
Todos mis sentidos se apagaron, excepto mi audición, y toda mi consciencia se enfocó terriblemente en el sonido de las gotas.
Estos pequeños golpecitos fueron provocando en mi mente un estado especial, donde lo único externo a mi que existía, era ese sonido. No las gotas o el agua, sólo el sonido.
Unas imágenes extrañas se dibujaban en mi mente.
El vapor seguía dibujando sus contornos, cada vez menos errantes.
En mi mente, veía agua, una fosa oscura llena de agua.
Un tremendo ángel parado sobre el liquido, mirándose en el reflejo que le devolvía el pequeño estanque. Sus lagrimas caían destruyendo su imagen.
Empecé entonces a temblar. El ángel me miraba ahora, con odio terrible en sus profundos ojos totalmente opacos. Los temblores eran cada vez mas violentos.
Una neurótica risa se escapo de mi, quebrando por fin la quietud hipnótica del agua. Seguía yo sin embargo totalmente obnubilado, observando al vanidoso ángel, el mismo que me había empujado a cometer tantos desmanes y aberraciones.
El Angel comenzó también a reír locamente. No podría yo decir que era lo que me pasaba en ese momento, pero una influencia terrible controló todo el ser mío, y comencé a mutilarme el rostro, arañándome con fuerza, presa de las terribles órdenes del ángel.
Mis gritos dementes levantaron gran revuelo en todo el barrio.
El ángel me miró dejando de reír, y me ordenó con gesto maligno:
- La quiero a ella-
Entonces entendí que no había escapatoria. Que la única manera de librarse para siempre de la envidia y de la vanidad del ángel, seria eliminando lo único en el mundo mas bello que él.
Grité mas y comencé a golpearme la cabeza contra la pared del baño.
Ella entro rápido para ver que sucedía, cuando automáticamente salté hacia ella.
Mis manos rodearon su garganta, y apretaron fuertemente. El ángel, parado detrás de mi, reía psicópata.
Yo estaba desnudo y completamente cubierto de sangre, y me entregué enteramente a ese festín salvaje y depravado. En ese momento realmente disfruté lo que estaba haciendo.
Una dulce y delicada sensualidad morbosa se metió en mi cráneo.
Una sensación de brutalidad completa corría por mis venas. Percibía una metamorfosis. Me había convertido en una terrible bestia. Mordía y desgarraba la carne y ella aun gritaba de desesperación. Tome un cuchillo y le puse fin rápidamente, luego de desfigurar completamente su hermoso rostro. No habría ya competencia para la belleza del ángel. Cuando el último aliento escapó del alma de mi amada, todo repentinamente se calmó, y me encontré
en silencio, frente al escritorio de mi estudio, con sabor a alcohol en mi boca.
Tenía la sensación de haberme despertado de un largo sueño.
Recordaba esas funestas imágenes con terror y amargura, pero feliz de que ese horrible sueño haya terminado.
Cuando salí del estudio, bajé las frías escaleras, llamándola con alegría.
Al llegar frente a la puerta del baño, un inexplicable impulso me hizo abrirla.
Allí estaba ella, desfigurada en la bañera. No se le reconocía, pero yo sabía que era ella.
La imagen era idéntica a la imagen final de mi sueño.
El espejo me reveló desnudo y cubierto completamente de sangre. Entonces entraron ellos, mientras yo intentaba terminar de comprender la terrible verdad.
Me detuvieron inmediatamente y me trasladaron a la cárcel de la comisaría, a la espera de un juicio.
Mas tarde, se me declaró como inimputable, y aquí estoy hoy, en este extraño lugar, presa de estas extrañas ataduras.
En la habitación que esta junto a la mía, habita un demente que asegura ser el demonio.
Sin embargo, ni siquiera en este extraño lugar me he librado del tormento de aquellos torturantes ángeles.
Cada noche me recuerdan estos desdichados eventos y se presentan infiltrándose en las sombras, manteniéndome bien vigilado, para asegurarse de que jamas recupere yo la felicidad del pasado.

jueves, septiembre 14, 2006

Adios Alicia

Acto primero: Adiós Alicia Adiós

Y atacan las huestes del recuerdo y el infortunio con crueldad los cimientos de las pesadas torres. La ciudadela cae metro a metro, y las magras tropas no tienen oportunidad ante la potencia de las hordas invasoras.
Las violentas arremetidas debilitan cada vez mas aprisa las defensas de la ciudad.
Un último muro interior queda ahora resguardando a los habitantes.
Es la ultima línea de defensa de aquella ciudad, que espera ser desmantelada con ferocidad.
Los habitantes resisten dentro, con valor y esperanza, mas no bastan ni la esperanza ni el valor para contener a las bestias exteriores.
Los pabellones rojos de sangre, elevados en el aire, relatan en sus manchas las historias de miles de masacres.
Ni castigo ni venganza habrá nunca para los bestiales atacantes, mas, sin justicia ni razón, serán masacradas las miles de manos que ahora se levantan en ultima resistencia.
Lenguas furiosas se levantan ardientes desde las torres ya caídas, y monstruos de humo se erigen sobre los restos masacrados, opacando al sol y robando con tiranía la luz que alumbraba a los desdichados.
El sitio continua años después. Millones de muertes de un solo bando. Ni una posibilidad de repeler a los demonios exteriores. Todo esto es la tormenta de tu alma, querida Alicia. Cada vez mas cercana, la derrota definitiva se relame desde las alturas y la oscura parca sabe esperar. No falta mucho de todos modos. La suerte funesta guía los proyectiles mortales ese día. Atraviesa ese fragmento de pena de lado a lado la cabeza. No pudiste soportar y te disparaste con odio. No eres una niña ya, no eres la misma del país de las maravillas.
No vas a soportar más sonrisas de cartón, mas naipes y teteras dementes, ni mas escritores pervertidos. Five Six, pick up the sticks.

Acto segundo: Alicia en el país de las pesadillas.

Ahh.. Querida Alicia, qué harás ahora?

Los fragmentos rotos del corazón de hormigón están patéticamente desparramados en el suelo. Los cristales delicadamente destruidos reposan algunos sobre el parquet, otros violentamente clavados en la carne aun fresca. La sangre corre por tu cuerpo, bella Alicia, manchando tu inmaculado vestido, y chorreando desde tus sienes hacia tus tobillos. Estas tan blanca!... necesitas una taza de té caliente. Entra de una vez y acomódate.
El interior de la casa es frío, pero no importa, tú también. La puerta se cierra sola detrás de ti, mientras ríen dementes.
Varios mazos de póquer están desparramados por toda la casa.
La tetera salta completamente loca por todos lados riendo psicopáticamente y al verte se abalanza hacia ti y te sirve un poco de té.
Ten cuidado, querida Alicia, no aceptes ningún ofrecimiento de estos traicioneros fenómenos.
Más, haces tu oídos sordos y bebes confiada.
Un tremendo alarido brota desde la garganta de Alicia. Cae y empieza a contorsionar violentamente.
La desesperación, los gritos del horror. Alicia se retuerce en el cielo. El As de Picas se acerca y vociferando violentamente comienza a llamar a todos los demás miembros de su ejército. Todas las picas se reúnen y avanzan a marcha redoblada hacia la pequeña Alicia. Lo mismo hacen los corazones, los tréboles y los diamantes. Los Ases al frente vociferando con violencia, los reyes, detrás de los ases, marcando el compás de la marcha. Las reinas entonando cantos fatales. Los comodines, totalmente enfermos, haciendo burlas grotescas y arrojando excrementos hacia todos lados.
Alicia aun esta revolcándose con dolor. Santa Rosa de Lima abandono su corazón.
Las cartas se acercaban más y más, y Alicia, entre alaridos y gritos dementes, se arrastraba para mantenerse fuera del alcance de las hordas de cartón.
Los ases se detienen súbitamente, y detrás de ellos todos los demás personajes. Un camino de sangre, marcado con las huellas de pequeñas manos, se dirige hasta un oscuro rincón, de donde provienen algunos gemidos de dolor, entrecortados por sollozos frágiles.
Frente al rincón, las cartas preparan una arremetida fatal.
Alicia! Alicia!! Despierta, despierta de una vez.

Acto tercero: Críquet bajo la luna

No vas a despertar ya verdad? No quieres.
Algo te ata a ese lugar. Algo que tienes dentro, que te hace semejante a ese lugar. Perteneces ahí, no a ese hipócrita paraíso de las maravillas, que enmascara mayor perversión que este lóbrego y modesto infierno.
Te estas transformando demasiado rápido, querida Alicia. Tus facciones.... tu pelo, tus manos. Todo se transforma. Eres ahora un horrendo monstruo, un demonio femenino, dispuesto a dar batalla.
Sales de tu pequeño rincón, y destrozas algunas cartas en pequeños fragmentos. Una reina de corazones te entumece con su canto, mientras el as de picas clava su lanza en tu costado.
Insultas terriblemente.
Mas allá, el tablero de ajedrez Esta preparado. Te trenzas en terrible combate con dos ases, que te dicen cosas asquerosas, mientras clavan lanzas en tu cuerpo. Rodando en la pelea estas ahora sobre el tablero. La torre nota la intromisión y avanza sobre sus lineales dominios. Te corres en el último instante, y las cartas que te seguían son masacradas por esta torre. El silencio domina ahora y estas en el medio del tablero. Intuyes que no va a ser tan fácil salir de esta.
Das un paso y una reina blanca pasa rápido y te golpea. Caes al suelo lastimada, y un alfil negro zumba a tu lado. No eres ninguno de los dos bandos, eres enemigo común de ambos, y ambos solo quieren liquidarte. Corres desesperada hacia la orilla del tablero, casi lo logras. Una mano sujeta tu tobillo y caes pesadamente.
Los reyes te sujetan y comienzan a golpearte salvajemente. Puedes patearlos y caen hacia atrás. Te levantas y continuas la huida.
Faltando dos cuadrantes, una espada se ensarta en tu costado. Saltas y caes fuera del tablero. Al otro lado, se distinguen aun los restos de los naipes. Te sacas la espada del cuerpo y continuas el recorrido.

Acto cuarto: Némesis

Los inocentes son los culpables, dice su señoría.

Sigues el camino que puedes entre las penumbras. Tienes en la mano todavía la espada del rey negro. Podría ser útil.
Una silueta se recorta en las tinieblas. Una voz suave te saluda desde ese rincón. Se ve un cigarrillo encendido, y alguien que tira grandes bocanadas.

- Hola Alicia, ¿tu tampoco soportabas mas ese lugar?-
- Tu lo creaste Lewis...-
- Es cierto. Podríamos....-
- No Lewis.-
- Comprendo. –
- Nunca comprendiste. –
- No, nunca, pero tu eras la culpable de lo que sucedía, nunca tuviste interés en nosotros. –
- Nunca hubo nosotros, solo había tú. Y tú me creaste.
- No saldrás de aquí, me perteneces, y parece que vinimos al mismo infierno.-
- No me volverás a tocar, Lewis-
- Eso esta por verse Alicia.-
El acero penetró en el costado de Lewis. Ya cayó, querida Alicia. No volverá a tocarte.
Eso es, corre. Corre lejos. Sal de la casa. Bien, ya está.
Sigue corriendo, querida Alicia. El tribunal esta en tu contra, pero tú sigue.
A los costados, una multitud de demonios en palcos, observan tu huida. Chiflan y tiran tripas al campo. No los mires, sigue corriendo. Eso es, hacia el bosque, Alicia, hacia el bosque que los lobos esperan.
Sigue y no te detengas. Aléjate de aquí. Adiós Alicia!!!! Adiós!!!

Acto Quinto: Crux

Bienvenida Alicia. Llegaste al claro del calvario, en el bosque del dolor.
Ya te habrán mordido los lobos. Tus vestiduras son casi mortajas sangrientas.
Como verás, la cruz ya esta preparada.
Captúrenla!!!!
Bien. Prepárenla.
Tranquila Alicia, será lento y doloroso, como con Lewis.
Los clavos se hundían terriblemente bajo la violencia de los pasados martillos. Los alaridos dolientes resonaban por todo el bosque del dolor.
En los valles del infortunio se enteraban del calvario.
Elévenla.
En lo alto, una lluvia de cenizas pestilentes se pegaba en tu rostro ensangrentado.
El cielo, rojo de furia, se estremecía en relámpagos mortales, mientras ardía entre el odio y el desencuentro.
- Por que me has abandonado!!!!!- llorabas con dolor. Lo recuerdo bien.
En realidad nunca creíste en dios, tu existencia nunca fue un misterio y tu misión era patéticamente clara.
La sangre chorreaba hasta la base de tu cruz.
A tus lados, dos mercaderes sin nombre y sin rostro padecían en sus cruces.
Los cuervos clamaban parados en tu cruz, mientras te picaban los ojos con odio, y un coro sufriente de carmelitas cantaba a tu ausencia:

“Una furtiva lagrimanegli occhi suoi spunto:quelle festosee giovaniinvidiar sembro.che piu cercando io vo?m'ama, lo vedo.un solo instante i palpitidel suo bel cor sentir!i miei sospir, confondereper poco a' suoi sospir!cielo, si puo morir!di piu non chiedo. si puo morir d’amor”

En la base de tu cruz un cura rezaba un rosario.
Te vas…. Te vas…
Estaba escrito desde el principio, no tenias oportunidad de escapar.
Desde los palcos, los demonios gritaban, silbaban, hacían gestos obscenos.
-Ave Maria, gracia plena.- susurraste levemente.
Una lanza en tu costado, la oscuridad y el fin.
Todo se incendio y el templo cayó en ruinas.
El estadio se colmó de aplausos y todo quedó en silencio.

miércoles, septiembre 06, 2006

Los condenados

"Y en este torbellino donde nada importa, me sentì aliado y te perdi, pero si vi tus ojos y hasa comì arena..."
Charly-Filosofia barata...
Las torres se derrumban fatalmente dentro de los gélidos dominios de mi alma.Los truenos quiebran la fúnebre paz de mi estudio y los demonios espían desde la ventana, o tras ella. Las ideas, simples, repetitivas, catatónicas, se disuelven como el azúcar, ausente, de mi taza de té ponzoñoso. Desde afuera, desde aquella torrencial lluvia de espejos celestiales que son las gotas del tormento, como vigía en la tormenta, aguarda ella, parca, callada, con su infinita túnica del color de la muerte. Los demonios sólo miran, quietos por la presencia de la autoridad máxima del final humano. Veo reflejados en mi té de ponzoña, sus ojos. Los mejores del mundo, y veo momentos pasados, y la veo a ella. Sigo retrasando la decisión, a la sola espera de una señal que me salve a último minuto.Levanto mis ojos húmedos y busco el cielo, mas éste se me niega, merced a la tiranía de mi techo.Lo miro igual, implorante, y desde lo profundo de mi espíritu una ráfaga de aire exhala el grito desesperado: Ubi Sunt!!!!!!!!!!!!!!Donde están, donde fueron, donde quedaron. Irreparablemente perdidos en las tinieblas del olvido quedaron sus ojos, celestiales y del color del cielo. Su recuerdo es una sombra de sombra, un espejo invisible, una llama de amor loco que quema por fría. Cual habrá sido el bastardo poeta, o ángel o demonio, que escribió en mi andar versos del destino escritos con torpeza, o acaso, con crueldad. La felicidad siempre ausente, y ella, siempre ajena. La mascarada de la felicidad, del futuro. Nada de eso fue real. Nada de eso existió. Me atormenta esta ausencia que nunca estuvo presente.Miro la taza, buscando mas recuerdos, o una razón para no beber. Sin embargo, la taza, ayuna de toda evocación, se limita ahora a esperar lo que ya sé que es inevitable. El borde llega suavemente a mis labios. El liquido tímidamente roza la punta de mi lengua y su sabor apestoso llena de espanto a mi alma acongojada de pena. Un estruendo que no fue trueno demuele el silencio como un martillo infernal. La taza cae, como cae noche tras noche en la soledad de mis cavilaciones, totalmente llena todavía de aquel té que no terminaré. Todo mi ser se desploma y se desparrama hasta quedar tendido en el suelo. Detrás de mí, el arma todavía humeante es sostenida por un oscuro personaje, por el mismo de siempre, aquel de dorados cabellos y mirada eléctrica, y de belleza infernal. Ella, la misma que me tortura cada noche, y me asesina desde dentro de mi mismo.Me levanto y me observo, tendido en el piso, y mi sangre discurre entre las baldosas hasta empapar mis pies desnudos. Tan desdichada fortuna la mía, que ni el suicidio me fue permitido. La eterna guardiana de la muerte, con su manto negro y su terrible guadaña, hace una seña, y los demonios se abalanzan sobre mí, para arrastrarme hacia las profundidades del hades, y torturar mi alma con el fuego que mas me duele, el del recuerdo, el fuego que exhalaban sus ojos azules, y el fuego del eterno abandono. Me atormentarán sin dejarme olvidar. Donde la esperanza de que lo imposible suceda, de que sus ojos me miren con el divino candor que yo deseo, se convierte en el castigo mas temido. La esperanza siempre fue una desdicha, pero ahora será mucho mas severa. Los que no saben olvidar, también van al infierno, al peor infierno, uno donde no hace falta morir, para ser condenado a él.