miércoles, agosto 30, 2006

El revelador (Silencio)

Esta es la casa
Vamos entra.
Esta es la casa
Nadie vive aqui.
Esta es la casa,
Construida en el pecado.
Esta es la casa
Consigues lo que das.
Rob Zombie. House of 1000 Corpses

Los golpes suenan fuertes y fatales desde el exterior de la persiana. Dentro, en el lúgubre laboratorio, los cajones mortuorios reposan por doquier, perturbados por ocasionales destellos provocados por las fugases pulsaciones de los rayos.
El profesor Mortis trabaja sobre la mesada del laboratorio, ensimismado en sus misterios. La muerte y la vida se desnudan ante sus experimentos. Cuerpos por todas partes, perturbados en su descanso, esperan frívolos el turno de pasar por la mesa de operaciones del profesor.
El profesor es un personaje desorbitado y excéntrico. Su cabellera, eternamente despeinada, sus manos, finas y flacas, siempre manchadas por las sustancias de su laboratorio, su figura, esbelta, alta y delgada y su inteligencia, que siempre parece locura, le dan una imagen peculiar, como salida de un libro antiguo.
Los muebles de su laboratorio tienen un inconfundible aire Gótico.
La terrible tormenta que galopa en el exterior, era un fenómeno poco usual por esos parajes, que, aunque lluvioso, siempre habían sido mesurados en la potencia de sus precipitaciones.
El trabajo en el que estaba inmerso ese día el profesor Mortis, era, tal vez, el mas grande de su vida toda.
Si esto salía como él esperaba, la muerte enfrentaría la derrota definitiva.
Según él, la existencia de un mundo de los espíritus, contaba con evidencias irrefutables y había él encontrado el camino de regreso desde el eterno descanso, desde ese mundo.
Hacia unas semanas, había tenido un rotundo éxito en completar favorablemente un experimento que llamaba “atrapar el alma”. Según él, podía capturar el hálito de la vida, la materia misma de la que se compone la existencia, mas allá de la brusca sustancia que compone el cuerpo material.
Decía que el próximo paso era insertar el alma capturada en un cuerpo sano, cosa que ya había hecho varias veces con varios de los cuerpos que el había utilizado para otros experimentos, pero no había resultado. Necesitaba averiguar donde estaba el error.
Para eso, se había aprovisionado de suficientes cuerpos nuevos y de un respetable escuadrón de profanadores de tumbas, que luego de los entierros, se disponían sigilosamente a perturbar el eterno descanso de cualquier cuerpo.
Los truenos siguen martillando sobre las ventanas.
El profesor sigue trabajando sobre aquel cuerpo semidesmembrado, víctima de un espantoso accidente, o, tal vez, de un experimento fallido. Al profesor ya no le importaba demasiado. Eran solo cuerpos.
Una perturbadora visión infernal lo aleja de sus cavilaciones científicas.
Las crípticas figuras se acercan desde todas direcciones. Los ataúdes, ahora vacíos, siguen reposando en todos los rincones. Aquellos espectros infernales deambulaban por el laboratorio y se acercaban al profesor con expresión sufriente.
Algunos ya putrefactos, algunos con horribles mutilaciones en sus rostros, con groseras deformidades, o miembros amputados.
La actitud de las horripilantes criaturas estaba entre la amenaza y el sufrimiento.
Algunos tenían las cuencas de los ojos vacías. Otros se protegían ante la luz de los rayos como si esto les hiciese algún daño.
- que quieren, aléjense – gritaba desesperado el profesor.
Un murmullo de ultratumba se escuchaba por todo el laboratorio.
Un espeluznante temblor se apodero de la vieja propiedad donde había instalado el laboratorio.
Los truenos eran cada vez mas fuertes.
Las sepulcrales criaturas del mas allá se acercaban cada vez mas al desencajado doctor, mientras el suelo del laboratorio se agrietaba y rompía. Las antiguas bibliotecas donde reposaban milenarios volúmenes que custodiaban entre sus paginas los mas terribles y oscuros secretos del universo, se precipitaban estrepitosamente, diseminando los raídos y pesados tomos por todo el suelo.
Las grietas del suelo se ensanchaban cada vez mas a prisa y unos terribles gemidos se dejaban escuchar desde lo profundo.
Los cadáveres seguían aproximándose mientras su piel caía putrefacta, y sus cuerpos supuraban líquidos pestilentes. Unas moscas ingresaron al laboratorio desde la profunda grieta en el suelo, y en pocos minutos una nube zumbante se había apoderado del lugar.
Luego de las moscas, unas manos descarnadas por partes trepaban desde el borde de la grieta, mientras los lamentos sepulcrales se escuchaban cada vez mas cerca, hasta que provenían desde dentro del laboratorio. Nuevos seres, mas aterradores y pestilentes que los anteriores, habían emergido de la oscura grieta que interrumpía la lisa continuidad del suelo del laboratorio, para unirse estos al apestoso festín que se aproximaba.
El Profesor retrocedía mas y mas, hasta que unas huesudas y sangrantes manos lo sujetaron con fuerza.
Los dedos apretaban mas y mas en torno a su cuello, se clavaban en su carne y gotas de sangre comenzaban a caer al suelo.
Los demás cuerpos comenzaron a destruir sus vestiduras, lo golpeaban, lo mordían, arañaban con furia. Las moscas se amontonaban sobre sus heridas. El cuello del Profesor Mortis chasqueó y su cabeza se hizo un lado, colgando en un ángulo extraño. Murió como si no le importara.
Las descarnadas manos lo arrastran hacia la grieta y lo sumergen en la oscuridad del abismo, mientras los lamentos de ultratumba se escuchan cada vez mas tenues.
Luego de un rato, todos han desaparecido a través de la gigantesca grieta.
Un temblor último vuelve a resonar, la grieta se cierra, y todo queda en paz. La tensa paz, como la paz de un velorio. Una paz que esta siempre a punto de explotar.
La calma. La quietud. Los misterios seguirán siendo misterios. El revelador ha callado sus respuestas para siempre.