domingo, febrero 18, 2007

Amor Francés

Una fría luz, la tumba y tu alma bailando a mi lado. Los ojos perpetuos exhalando desdichas indecibles y los cantos ancianos del dolor y la desgracia. Entonando con distintos versos los mismos dolores pasas las noches, junto a la tumba que aloja tus restos mortales, que polvo son hace tiempo.
Los vapores húmedos al ras del suelo cubren delicadamente tus pies que se desplazan etéreos sobre la hierba mojada.
Incontables lunas has pasado ya, postrada junto a la lapida testigo de la eternidad, recordando con tristeza las alegrías esquivas que se esconden en el pasado, para nunca regresar. Irrumpen los recuerdos, brutales, amenazadores, y todo buen momento vivido se transforma en una cruel tortura.
Toman forma entonces los horrores mas temibles y yo corro entre las lapidas, para alcanzarte y abrazarte, pero te alejas tanto como me acerque. La luna, testigo plateado de mi desdicha, observa inmóvil, y baña con su luz de morgue nuestro pequeño cementerio.
Corro descalzo, desesperado entre tantos mausoleos y entierros. Mis pies caen con fuerza sobre el suelo húmedo y no me importa pasar sobre algunas tumbas. Estoy tan cerca, y siempre te vas más lejos, como si indescifrables poderes te alejaran de mí.
Paso corriendo entre lágrimas y árboles caducos, y mis sentires ya derruidos, se van desplomando uno a uno sobre las finas hebras de pasto humedecidas por el rocío.
Los terribles espantos que van tomando forma a mí alrededor no me persuaden de abandonar la persecución.
Mis pies sangrantes amenazan con zozobrar, y los horrores cada vez más cercanos comienzan a acecharme desde las lápidas. Se que me alcanzarán, y que tal vez me den muerte lenta, se también que con el alba te esfumarás, así como yo también desapareceré, para volver a mis oscuros y pequeños dominios hasta que la noche caiga pesada sobre las tumbas tristes y antiguas, y sobre el viejo templo.
Con terror presiento que de nuevo volveré a mi fosa sin haberte besado antes una vez mas. Y Sé que recuerdas tú también las dichas pasadas, las galas de lujo, las noches candentes en el antiguo castillo. Recuerdas, como yo, los honores, los títulos nobles y nuestros ratos de pasión en la cima del mundo, retirados en aquella antigua fortaleza que hoy es solo ruinas y amargura.
También rememoras indefectiblemente los sombríos momentos finales, recuerdas el fuego y los afilados aceros, las multitudes enardecidas, las injurias y la caída de la pesada hoja.
Y luego, la condena eterna de jamás volver a tenerte en mis brazos, la desdicha enorme de recordar noche a noche las delicias hoy devenidas en torturas.
Y así, pasamos los eones en nuestro pequeño infierno, donde la tortura es el recuerdo.
De esta manera, seguiremos penando durante una insignificante eternidad, que vera su fin solo cuando todo sea oscuridad.

viernes, febrero 02, 2007

Lo Negro

Un oscuro día, en las horas arcanas donde las sombras dominan las almas y las calles, mientras fantaseaba entre demonios y querubes, una negra luz me visitó desde el abismo, para darme noche y día al mismo tiempo.De sorpresa me tomó, y entre susto y alegría, se borró por un segundo la congoja que vive siempre en el alma mía - Maldita y bienvenida al mismo instaste seas, - exclamé pues -, hacedora de mis desdichas, y de mis mas hermosas cavilaciones, oh bendición y maldición, todo junto dentro de tu luz tan negra.Pero por que vienes, tan decidida, a apartar mi triste pensamiento y borrarlo de mi mente, si ambos dos sabemos que te marcharás pronto lejos, hacia donde tu luz te espera?-Solo un instante, fugaz efímero y demente, duró la negra luz al lado mío, y acongojado todo mi ser ,Vio alejarse en la negrura tanta bella maldad, que alma y mente plaga, con destructiva creación.Sean pues estas palabras, y esas luces visitantes, relegadas al recuerdo mas cruel, el recuerdo que nunca existió.Sombras de una sombra son ya las cenizas que seré, un fantasma de un recuerdo ya, que perturba mi soledad, me atormenta dulcemente en el mas hermoso de los suplicios. Solo a la espera estoy de que el olvido vencedor, complete su obra de destrucción, y será entonces tu ausencia, una sombra mas de una herida hecha fortaleza, y aunque sé que nada de esto será importante ya, poco consuelo es la certeza del olvido, tal vez por no querer olvidar. Mientras tanto, sea pues tu luz tu dicha, y que nunca jamas te enteres, de la congoja que pesa sobre mi alma, pues nada debe enturbiar tu feliz luminiscencia.Sean mi luz estos tomos, en donde vuelco la desgracia y la condena, sean pues ellos mi dicha.

Lo Blanco

Los últimos fulgores de la salamandra brindan un modesto y terminal calor, que apenas alcanza para mantener libre de sollozos a aquella fría alma.Inmóvil, sentado en su sillón de rojo terciopelo, con la mirada fija, como mirando mas allá de la pared que se erguía ante él, cavilaba profundamente, debatiéndose entre el sueño y la vigilia.Sus cavilaciones, puras y terribles, se completaban con fragmentos de sueños que arremetían hacia él constantemente.Nada de este mundo, ni de ningún otro, lo sacaría de ese estado. Oía dentro suyo los versos mas terribles relatando ancianas pavuras, mientras que implacables, querubes y demonios azotaban su consciencia. El humo espeso del incienso, dibujaba formas en el aire. Caprichosamente aremolinabase a su derredor, y trazaba líneas sin sentido, aleatorias, entre las cuales, por momentos, parecían poder adivinarse las siluetas de ángeles y demonios.El santo humo lo invadía todo, mientras la maquinaria axon - dendrita de aquel oscuro ente seguía fantaseando entre terrores inimaginables, cruzando pantanos de desdichas e infortunios, cruzando los lagos del olvido y luchando contra aterradores fantasmas que atacaban desde otros tiempos y lugares.Confortablemente vencido, planeaba el reposar así, esperando que la muerte lo halle. No tenia motivos ya para rebelarse ante la desdicha. Una sombra ya pronto seria, lo mismo que la sombra cenicienta de lo que antes ardía con furia y vida en la salamandra. Igual que el fuego que ahora agonizaba.Mas allá, parcos volúmenes reposaban en el escritorio, ancianos libros raídos y amarillos que sabían relatar la desdicha de tiempos ya idos, o las dichas que jamas llegaron. Aquellos donde quien hoy solo esperaba la muerte, había buscado sin éxito la calma.En su fantasía, ahora se preparaba para cruzar el lago. La inmovilidad subía con lentitud, mientras que bajaba la temperatura. Ni él tenia ya registro del tiempo que llevaba sentado, cavilando sobre la muerte.Ya faltaba poco. La luz oscura y blanca aparecía ahora frente a el, producto del capricho del humo del incienso. Extendió su mano para poder tocarla. Era tan fría... como una morgue. Una frialdad cadavérica.Mientras su visión se oscurecía, la luz brillaba mas y mas. Ya no había mas aire en la sala, era imposible respirar, era imposible arrepentirse. Jugueteo la blanca luminiscencia un rato por la sala caprichosamente, como danzando ritualmente a modo de preludio, o tal vez, de posludio. Acercóse entonces la luz hacia su pecho, y succiono el alma de aquel condenado. Un dolor profundo antes de que se detengan las funciones. Una terrible puntada entre las costillas, y un ultimo suspiro.Se alejo entonces la luz, con su bagaje de almas y condenas, casi como arrastrando cadenas.Quedo el cascaron de un hombre sentado entonces sobre el prolijo terciopelo, cubierto por escarcha y recuerdos.