jueves, septiembre 14, 2006

Adios Alicia

Acto primero: Adiós Alicia Adiós

Y atacan las huestes del recuerdo y el infortunio con crueldad los cimientos de las pesadas torres. La ciudadela cae metro a metro, y las magras tropas no tienen oportunidad ante la potencia de las hordas invasoras.
Las violentas arremetidas debilitan cada vez mas aprisa las defensas de la ciudad.
Un último muro interior queda ahora resguardando a los habitantes.
Es la ultima línea de defensa de aquella ciudad, que espera ser desmantelada con ferocidad.
Los habitantes resisten dentro, con valor y esperanza, mas no bastan ni la esperanza ni el valor para contener a las bestias exteriores.
Los pabellones rojos de sangre, elevados en el aire, relatan en sus manchas las historias de miles de masacres.
Ni castigo ni venganza habrá nunca para los bestiales atacantes, mas, sin justicia ni razón, serán masacradas las miles de manos que ahora se levantan en ultima resistencia.
Lenguas furiosas se levantan ardientes desde las torres ya caídas, y monstruos de humo se erigen sobre los restos masacrados, opacando al sol y robando con tiranía la luz que alumbraba a los desdichados.
El sitio continua años después. Millones de muertes de un solo bando. Ni una posibilidad de repeler a los demonios exteriores. Todo esto es la tormenta de tu alma, querida Alicia. Cada vez mas cercana, la derrota definitiva se relame desde las alturas y la oscura parca sabe esperar. No falta mucho de todos modos. La suerte funesta guía los proyectiles mortales ese día. Atraviesa ese fragmento de pena de lado a lado la cabeza. No pudiste soportar y te disparaste con odio. No eres una niña ya, no eres la misma del país de las maravillas.
No vas a soportar más sonrisas de cartón, mas naipes y teteras dementes, ni mas escritores pervertidos. Five Six, pick up the sticks.

Acto segundo: Alicia en el país de las pesadillas.

Ahh.. Querida Alicia, qué harás ahora?

Los fragmentos rotos del corazón de hormigón están patéticamente desparramados en el suelo. Los cristales delicadamente destruidos reposan algunos sobre el parquet, otros violentamente clavados en la carne aun fresca. La sangre corre por tu cuerpo, bella Alicia, manchando tu inmaculado vestido, y chorreando desde tus sienes hacia tus tobillos. Estas tan blanca!... necesitas una taza de té caliente. Entra de una vez y acomódate.
El interior de la casa es frío, pero no importa, tú también. La puerta se cierra sola detrás de ti, mientras ríen dementes.
Varios mazos de póquer están desparramados por toda la casa.
La tetera salta completamente loca por todos lados riendo psicopáticamente y al verte se abalanza hacia ti y te sirve un poco de té.
Ten cuidado, querida Alicia, no aceptes ningún ofrecimiento de estos traicioneros fenómenos.
Más, haces tu oídos sordos y bebes confiada.
Un tremendo alarido brota desde la garganta de Alicia. Cae y empieza a contorsionar violentamente.
La desesperación, los gritos del horror. Alicia se retuerce en el cielo. El As de Picas se acerca y vociferando violentamente comienza a llamar a todos los demás miembros de su ejército. Todas las picas se reúnen y avanzan a marcha redoblada hacia la pequeña Alicia. Lo mismo hacen los corazones, los tréboles y los diamantes. Los Ases al frente vociferando con violencia, los reyes, detrás de los ases, marcando el compás de la marcha. Las reinas entonando cantos fatales. Los comodines, totalmente enfermos, haciendo burlas grotescas y arrojando excrementos hacia todos lados.
Alicia aun esta revolcándose con dolor. Santa Rosa de Lima abandono su corazón.
Las cartas se acercaban más y más, y Alicia, entre alaridos y gritos dementes, se arrastraba para mantenerse fuera del alcance de las hordas de cartón.
Los ases se detienen súbitamente, y detrás de ellos todos los demás personajes. Un camino de sangre, marcado con las huellas de pequeñas manos, se dirige hasta un oscuro rincón, de donde provienen algunos gemidos de dolor, entrecortados por sollozos frágiles.
Frente al rincón, las cartas preparan una arremetida fatal.
Alicia! Alicia!! Despierta, despierta de una vez.

Acto tercero: Críquet bajo la luna

No vas a despertar ya verdad? No quieres.
Algo te ata a ese lugar. Algo que tienes dentro, que te hace semejante a ese lugar. Perteneces ahí, no a ese hipócrita paraíso de las maravillas, que enmascara mayor perversión que este lóbrego y modesto infierno.
Te estas transformando demasiado rápido, querida Alicia. Tus facciones.... tu pelo, tus manos. Todo se transforma. Eres ahora un horrendo monstruo, un demonio femenino, dispuesto a dar batalla.
Sales de tu pequeño rincón, y destrozas algunas cartas en pequeños fragmentos. Una reina de corazones te entumece con su canto, mientras el as de picas clava su lanza en tu costado.
Insultas terriblemente.
Mas allá, el tablero de ajedrez Esta preparado. Te trenzas en terrible combate con dos ases, que te dicen cosas asquerosas, mientras clavan lanzas en tu cuerpo. Rodando en la pelea estas ahora sobre el tablero. La torre nota la intromisión y avanza sobre sus lineales dominios. Te corres en el último instante, y las cartas que te seguían son masacradas por esta torre. El silencio domina ahora y estas en el medio del tablero. Intuyes que no va a ser tan fácil salir de esta.
Das un paso y una reina blanca pasa rápido y te golpea. Caes al suelo lastimada, y un alfil negro zumba a tu lado. No eres ninguno de los dos bandos, eres enemigo común de ambos, y ambos solo quieren liquidarte. Corres desesperada hacia la orilla del tablero, casi lo logras. Una mano sujeta tu tobillo y caes pesadamente.
Los reyes te sujetan y comienzan a golpearte salvajemente. Puedes patearlos y caen hacia atrás. Te levantas y continuas la huida.
Faltando dos cuadrantes, una espada se ensarta en tu costado. Saltas y caes fuera del tablero. Al otro lado, se distinguen aun los restos de los naipes. Te sacas la espada del cuerpo y continuas el recorrido.

Acto cuarto: Némesis

Los inocentes son los culpables, dice su señoría.

Sigues el camino que puedes entre las penumbras. Tienes en la mano todavía la espada del rey negro. Podría ser útil.
Una silueta se recorta en las tinieblas. Una voz suave te saluda desde ese rincón. Se ve un cigarrillo encendido, y alguien que tira grandes bocanadas.

- Hola Alicia, ¿tu tampoco soportabas mas ese lugar?-
- Tu lo creaste Lewis...-
- Es cierto. Podríamos....-
- No Lewis.-
- Comprendo. –
- Nunca comprendiste. –
- No, nunca, pero tu eras la culpable de lo que sucedía, nunca tuviste interés en nosotros. –
- Nunca hubo nosotros, solo había tú. Y tú me creaste.
- No saldrás de aquí, me perteneces, y parece que vinimos al mismo infierno.-
- No me volverás a tocar, Lewis-
- Eso esta por verse Alicia.-
El acero penetró en el costado de Lewis. Ya cayó, querida Alicia. No volverá a tocarte.
Eso es, corre. Corre lejos. Sal de la casa. Bien, ya está.
Sigue corriendo, querida Alicia. El tribunal esta en tu contra, pero tú sigue.
A los costados, una multitud de demonios en palcos, observan tu huida. Chiflan y tiran tripas al campo. No los mires, sigue corriendo. Eso es, hacia el bosque, Alicia, hacia el bosque que los lobos esperan.
Sigue y no te detengas. Aléjate de aquí. Adiós Alicia!!!! Adiós!!!

Acto Quinto: Crux

Bienvenida Alicia. Llegaste al claro del calvario, en el bosque del dolor.
Ya te habrán mordido los lobos. Tus vestiduras son casi mortajas sangrientas.
Como verás, la cruz ya esta preparada.
Captúrenla!!!!
Bien. Prepárenla.
Tranquila Alicia, será lento y doloroso, como con Lewis.
Los clavos se hundían terriblemente bajo la violencia de los pasados martillos. Los alaridos dolientes resonaban por todo el bosque del dolor.
En los valles del infortunio se enteraban del calvario.
Elévenla.
En lo alto, una lluvia de cenizas pestilentes se pegaba en tu rostro ensangrentado.
El cielo, rojo de furia, se estremecía en relámpagos mortales, mientras ardía entre el odio y el desencuentro.
- Por que me has abandonado!!!!!- llorabas con dolor. Lo recuerdo bien.
En realidad nunca creíste en dios, tu existencia nunca fue un misterio y tu misión era patéticamente clara.
La sangre chorreaba hasta la base de tu cruz.
A tus lados, dos mercaderes sin nombre y sin rostro padecían en sus cruces.
Los cuervos clamaban parados en tu cruz, mientras te picaban los ojos con odio, y un coro sufriente de carmelitas cantaba a tu ausencia:

“Una furtiva lagrimanegli occhi suoi spunto:quelle festosee giovaniinvidiar sembro.che piu cercando io vo?m'ama, lo vedo.un solo instante i palpitidel suo bel cor sentir!i miei sospir, confondereper poco a' suoi sospir!cielo, si puo morir!di piu non chiedo. si puo morir d’amor”

En la base de tu cruz un cura rezaba un rosario.
Te vas…. Te vas…
Estaba escrito desde el principio, no tenias oportunidad de escapar.
Desde los palcos, los demonios gritaban, silbaban, hacían gestos obscenos.
-Ave Maria, gracia plena.- susurraste levemente.
Una lanza en tu costado, la oscuridad y el fin.
Todo se incendio y el templo cayó en ruinas.
El estadio se colmó de aplausos y todo quedó en silencio.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muy, muy bueno. Creo que hasta le gustaría a Charly (... y a Charles Lutwidge Dodgson también)

14/9/06 20:36  

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