jueves, julio 06, 2006

El instante (minute of decay)

"Quien libre de duda esté, que tire la primera piedra." Rex Ferali
"Porque como hierba serás pronto cortado, y como la hierba verde te secarás." Salmos, 37:2
I
Su palpitar resonaba con fuerza y constancia en aquella sala. Estaba recostado sobre las blancas baldosas.
Era aquella sala blanca y luminosa. Paredes, techo y suelo y nada mas. Ni muebles ni ventanas. Una luz omnipresente daba la sensación de gran orden.
Solo el latido de su corazón interrumpía la ordenada y calma quietud de aquella habitación. La inconsciencia se apoderaba de aquel ser. El constante hilo de sangre que se extendía desde un gran charco debajo de su cabeza llegaba ya hasta la otra pared. El arma, todavía caliente, reposaba a un lado del inerte cuerpo.
Comenzaba el viaje.
II
Allá, el ambiente era depresivo y tenso. La calma pendía de un hilo. Aquella habitación estaba sucia y apestaba. El tono de la luz que bañaba el lugar era de un oscuro sepia. Un sofá en el medio de la sala. Unos personajes en él.
Parecían almas marcadas por la pesadumbre y el arrepentimiento, que llevaban en sus destinos el ineludible infortunio.
Comían con brutalidad unos trozos de carne apestosa y maloliente. Un televisor, que reposaba en el sofá, Mostraba un enloquecedor ruido blanco que se mezclaba con los asquerosos sonidos de la masticación de aquellos seres.
Más allá, en un rincón lejano y lúgubre de la habitación, donde la mugre y la peste reinaban , había un a camilla metálica de operaciones, toda manchada por sangre y fluidos putrefactos. Sobre ésta, un cuerpo. Un terrorífico personaje trabajaba con toda clase se espantosas herramientas en este cuerpo.
Aquel personaje, vestido con guardapolvo blanco ensangrentado, hacia toda clase de cosas horrorosas sobre aquel desdichado cuerpo. Sopletes, sierras, ganchos que arrancaban trozos de piel y órganos, miembros desprendidos. Todo esto componía una demente melodía que sonaba siempre en ese lugar.
III
Gritas y te revelas. Te revuelcas y sufres. Nada podrá hacer nadie en contra de él. Él eres tu ahora. Todo es implacable oscuridad. Los invisibles y persistentes hilos del pecado han trazado y abierto un camino hacia tu alma. Pudo entonces transitar por él toda la maldad existente en el mundo para alojarse en tu espíritu. Todo es demencialmente doloroso. La verdad tiene a veces un alto precio. Solo puedes escupir espanto. La revelación se te da con la cara mas cruel. Fue una decisión que debías tomar solo. Te has equivocado, y el precio es el tormento eterno.
Entre gritos dementes te vuelves hacia la mesa de operaciones. Las almas que estaban en el sofá se acercan hacia ella y toman carne del cuerpo aquel. El infernal cirujano te mira y te hace una seña para que te acerques.
Nada importa ya y te acercas. Sin decir nada, el doctor quita un sucio trapo que velaba el rostro y ahí estabas. Acostado en esa mesa. Mas llanto sale de tus ojos y todos se empiezan a reír dementes a tu alrededor.
Toma el cirujano unos horribles ganchos y los clava en tu abdomen. Arranca con violencia todos tus órganos. Pero no mueres, solo sufres. Todos toman carne de tus entrañas y la comen con bestialidad. Te estas pudriendo.
IV
Los cristales de la ventana tiemblan furiosos golpeados por las terribles manos del viento. El golpeteo de las gotas de agua suena constante contra el vidrio. Sally corretea alegre fuera de la casa, entre los arboles. Se esconde detrás de los pequeños promontorios rocosos. Espera detrás de la lluvia. La lluvia cristalina es un inconsistente espejo por el cual se muestra la realidad en degrade. La tormenta en el interior es violentísima.
Sally lo sabe, por esa razón jamas entra. En el exterior siempre es de día, y siempre esta soleado. El vidrio separa las realidades. Lo poco que queda de valor esta bien resguardado en el exterior de la casa, a salvo de la intemperie.