lunes, abril 02, 2007

El Visitante


La sensación era cada vez más placentera, algo me abandonaba, me entregaba al sueño, deseaba irme, dormir. Imágenes de casa llegaban hasta mi, como flotando en el aire frío y cortante. Solo deseaba que esa ensoñación continuase por siempre. Era tan real, estaba en casa. Seguro que era un domingo, porque estaba toda la familia alrededor de grandes fuentes de tallarines apoyadas en la mesa. Veía a Mamá y a Papá, en el medio de la mesa. Sorpresa sentí cuando me di cuenta de que también estaba Sonia, allá, lejos, en una de las puntas de la gigantesca mesa familiar. Se veía bastante abatida, como ausente de esa gran fiesta que era siempre el domingo al mediodía. Trate de acercarme, le hable, le dije lo mucho que la amaba, que pronto volvería. Ella parecía no escuchar. Traté de abrazarla, pero no pude. En un momento pareció mirarme, tuve la impresión de que me iba a decir algo….
-Pablo!!!- Las palabras de Gabriel me arrancaron de mi sueño.
En ese momento escuche un ruido fuerte, y todo se iluminó de repente.
Una sola cosa podía hacerse, meterse en la trinchera. En ese momento todo es cuerpo, el resto es silencio, luego de un rato, ya no se sienten las explosiones, Solo se tiene consciencia de uno mismo, acurrucado en la trinchera, escuchando al corazón latir, sabiendo que cualquiera de esas bombas podría caer encima de uno en cualquier momento.Cuando terminó, nadie quería salir. Así pasaron diez, veinte minutos, hasta que comencé a sacar la cabeza lentamente, para ver un panorama terrible. Finalmente salí de ese agujero de mierda, y lentamente caminé entre cuerpos destrozados, ropas ensangrentadas, heridos humeantes y agonizantes, miembros desparramados sobre la nieve, y tremendos cráteres. Pude ver que más de una bomba había caído demasiado cerca de mi trinchera, y se me pusieron los pelos de punta.Lentamente comenzamos a organizar lo que quedaba de la que era mi compañía, el Grupo de Artillería Aerotransportada 4. Un oficial nos ordeno apilar los cuerpos, como a los héroes que eran. Esto era apilarlos como se apilan las municiones de artillería, un grupo, y sobre ellos, otro grupo de cuerpos cruzándolos.Y dijo que nos apuremos porque debíamos abrir fuego en pocas horas.En un breve tiempo, los cuerpos ya estaban apilados, y nosotros intentado encontrar algo para comer. Encontramos algunas cosas, y logramos robar otras de la tienda de oficiales. Nos las arreglamos para llevarle un poco de agua y comida a Fabián, que había sido estaqueado por robar una lata de carne. A veces, me parecía llegar a sentir olor a rosas, como el perfume que usaba Sonia. La extrañaba terriblemente.Me alegraba su total falta de respeto a las reglas que habíamos creado entre nosotros, su costumbre de nunca pedir permiso, extrañaba como siempre me sorprendía con algo distinto.Y ahí estábamos, unas horas después, disparando nuestros cañones, matando, destruyendo. A veces me pregunto si todo aquello fue un sueño. Era tan terrible, tan imposible. Haciendo algo que se supone que estaba mal, era una pesadilla, no era bueno ni malo, era la naturaleza humana. Disparábamos sobre otras personas, en defensa de unos ideales que alguna vez fueron celestes y blancos, pero se habían tornado poco a poco del color del barro que siempre nos cubría, o negros quizá, como el color de la piel quemada al contacto con la nieve. A veces imaginaba a los que nos habían mandado aca, pasearse orgullosos y altaneros, y les decía por lo bajo:- juega a la guerra, mientras nosotros te defendemos, juega a ser el personaje que nunca has tenido el coraje de ser, un verdadero guerrero-Luego de media hora de estar disparando los Cañones, los ingleses ya estaban tan cerca que les apuntábamos prácticamente sobre el pecho. Al cabo de unas horas, ya solo quedaban una o dos piezas de artillería, las demás habían sido destruidas. Era solo cuestión de tiempo que le acertaran a la mía. Entre las cenizas que caían, cayó a mis pies un escudito, que decía “GA AEROT 4”, manchado en sangre. Creo que casi veo como se acerca la carga… punzante el metal en el pecho, si, debe ser un sueño. Todo es tan blanco, Mamá! Papá! Cuanta gente!!! Claro, debe ser domingo. Sonia, amor! Por qué estas triste, no llores… Sonia…. Por favor, no llores...
Dedicado a los que cayeron
a los que volvieron
a los que aun no logran terminar la guerra.
A Sonia.